Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Debate Socialista del Siglo XXI (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Al final de estos tristes años "80, en 1989, y
rompiendo el movimiento pendular que caracterizó los
resultados electorales hasta el momento, resultó electo el
candidato del mismo partido al cual pertenecía el
Presidente saliente: fue electo para un segundo mandato Carlos
Andrés Pérez del partido AD; encontrando entre sus
manos un país sacudido por necesidades urgentes, producto
de las sucesivas crisis económicas, con gravísimos
escándalos de corrupción heredados de su
co-religionario, el ex presidente Lusinchi, con las rentas del
estado comprometidas por una enorme deuda externa, (tanto
pública como privada) y con el poco espacio de maniobra
que tales compromisos permitían pues, la búsqueda y
aplicación de las urgentes soluciones implicaba el paso
inevitable por la negociación, tanto con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) como con representantes de la banca
internacional.

Es la época de las famosas "recetas" del FMI aplicadas
en acuerdo y complicidad con el Banco Mundial, "paquetes" de
soluciones impuestos sin mayores miramientos sociales a casi la
totalidad de los gobiernos latinoamericanos y del "tercer mundo"
durante más o menos el mismo periodo; recetas de claro
corte Neo-Liberal que basaban su promesa de éxito en la
estabilidad macroeconómica, en la pulcritud del manejo
financiero, en la búsqueda obsesiva de la eficiencia en el
uso y destino de los escasos recursos y en la evidencia
irrefutable de complejos modelos matemáticos que
mostraban, a quien los comprendiera, la "infalibilidad" del
plan… un verdadero deleite para los tecnócratas y un
incomprensible horror para los estratos sociales más
afectados por la maltrecha economía nacional.

"Manos a la Obra" fue el lema de la campaña y tan
pronto asumió la presidencia lo hizo realidad; el 16 de
Febrero, pocos días después de asumir el cargo, el
presidente Pérez se dirigió a la nación y
presentó el programa de ajuste macroeconómico que
sería conocido como "El Paquete" y que sería el
detonante de los hechos que con el tiempo evolucionarían
hasta nuestra realidad presente.

En líneas generales los anuncios de ese día
fueron: La decisión de acudir al FMI en busca de fondos a
corto y mediano plazo y para someterse a un programa que
garantizase el pago de la enorme deuda externa, con lo que se
posibilitaría la continuidad de las necesarias relaciones
con la banca internacional; la liberación de las tasas
activas y pasivas del sistema financiero nacional hasta un tope
provisional del 30%; la liberación de los precios de todos
los productos a excepción de 18 que fueron incluidos en la
"Cesta Básica"; incremento progresivo en las tarifas de
los servicios públicos (agua, luz, teléfono, gas);
aumento progresivo de los precios, (en el mercado interno), de
los productos derivados del petróleo con un primer aumento
cercano al 100% como promedio para la gasolina; aumento de 30% en
las tarifas de transporte público durante los siguientes
tres meses y la posibilidad de ampliar el aumento hasta el 100%
después de este tiempo y el aumento del salario
mínimo entre el 5 y el 30% para la administración
pública y a 4.000 Bs. en el área urbana y 2.500 Bs.
en las áreas rurales para la empresa privada, unos
aumentos salariales obviamente rezagados e insuficientes con
respecto a los anunciados aumentos de precios, tarifas, tasas
etc.

Todas estas medidas estaban programadas para su
aplicación inmediata; la entrada en vigencia para el
aumento en el precio de los combustibles estaba previsto para el
26 de Febrero y el aumento de las tarifas de transporte para el
día siguiente, 27 de Febrero de 1989.

El 27 de Febrero de 1989 es recordado en nuestra historia
contemporánea como "El Caracazo"; desde los anuncios
presidenciales se habían puesto en marcha diversas
acciones de protesta, principalmente desde el sector estudiantil,
(aquí tienen un dato los que gustan de analizar ciclos
históricos), como reacción en contra de los
anuncios en general pero con significativo énfasis en los
aumentos de tarifas de transporte público y también
en el sector de transportistas, principalmente por los anunciados
aumentos del precio de la gasolina y demás derivados del
petróleo que afectarían significativamente el costo
de sus operaciones.

El sector de transporte convocó a un paro para el
día 27 de Febrero y la coincidencia de este paro con la ya
generalizada y constante protesta estudiantil involucró y
contagió a otros sectores de la población hasta que
ese mismo día, y prácticamente a nivel nacional,
las protestas se transformaron en abierta rebeldía y en
proliferación del desorden y la violencia.

El carácter simultaneo, masivo y violento de las
protestas superó con creces la capacidad de los cuerpos
policiales en su violento intento por restablecer el orden, por
lo que el gobierno nacional, el día 28, decretó el
estado de emergencia y la suspensión de algunas
garantías constitucionales, (suspensión que se
prolongaría por cerca de 10 días) y puso las tareas
de orden público en manos del ejercito ayudándolo
con el establecimiento de un estricto toque de queda… aun no se
ha determinado la cantidad real de personas fallecidas durante
esos trágicos días… tampoco la cuantía
real de los daños a la propiedad privada y
pública… mucho menos el daño moral y espiritual
que quedó grabado en los corazones y recuerdos de los que
vivimos de cerca estos acontecimientos… La aplicación de
"El Paquete", no daba tiempo ni manera de dar marcha atrás
en el corto plazo y tres años después de este
dramático llamado de atención, el 04 de Febrero de
1992, Venezuela amaneció envuelta en el fallido pero
sangriento intento de golpe de estado comandado por nuestro
actual Presidente de la República, el entonces Teniente
Coronel, comandante de paracaidistas, Hugo Rafael Chávez
Frías.

El golpe fue controlado y sus conductores detenidos y
recluidos en el cuartel San Carlos de Caracas y posteriormente en
la Cárcel de Yare, pero la crisis sistémica que
viene arrastrando el gobierno de Pérez se agudiza tras
estos acontecimientos; una crisis que alcanzará su
clímax tras una segunda intentona golpista, también
fallida, el día 27 de Noviembre del mismo
año.

Estos tres acontecimientos históricos sustentan dos
paradojas que el sistema democrático venezolano fue
incapaz de manejar, por un lado, la crispación y el
rechazo acumulados que sienten los venezolanos ante sus
realidades y hacia los "políticos tradicionales",
identificados como culpables de todas las penalidades, permiten
que, lejos de aparecer como agresores del sistema de libertades
que representa la democracia, (y que juraron defender, no
agredir), estos miembros de las fuerzas armadas, alzados y
golpistas, se convierten casi en figuras de culto como demuestran
los peregrinajes que muchas personas hicieron hasta la
cárcel de Yare, donde estaban recluidos, para "conocerlos"
y entrar en contacto con ellos y por la difusión por
muchos medios de sus palabras, discursos y opiniones y, por otro
lado, el resurgir político del que sería electo
presidente tras incontables intentos infructuosos y ya sin el
apoyo del partido que ayudó a fundar: el Dr. Rafael
Caldera.

Estos eventos marcan el final adelantado del mandato del
presidente Pérez; poco después del segundo
alzamiento es puesta en marcha una acción judicial por
malversación de fondos (específicamente los 250
millones de Bolívares que tomó de la llamada
"partida secreta" y que entregó para la ayuda y el
sostenimiento del gobierno de Violeta Chamorro en Nicaragua que
estaba bajo amenaza de desestabilización por el actual
presidente de esa nación, Daniel Ortega y sus
seguidores).

En Marzo de 1993, el nefasto Ramón Escobar Salom,
Fiscal General de la República inicia el antejuicio de
mérito contra el presidente, y el día 21 de Mayo,
Pérez tiene que separarse de su cargo al aprobarse el
antejuicio por parte de la Corte Suprema de Justicia; el entonces
presidente del Congreso, Octavio Lepage asume la presidencia como
encargado hasta que tras un breve lapso es designado el Dr.
Ramón José Velásquez como presidente
interino, con la misión de terminar el tiempo que restaba
del periodo presidencial hasta las siguientes elecciones en
1994.

De esta breve presidencia interina del Dr. Velásquez es
poco lo que se puede anotar salvo, tal vez, el incidente del
indulto por la vía de la "mano peluda" del que se
benefició un narcotraficante cuyas andanzas
seguirían rodando por los titulares de prensa hasta hace
pocos años y que demostró que a pesar de la buena
intención del anciano presidente, extraído con
pinzas del grupo de los "notables" como figura independiente e
impoluta de culpas políticas, la avanzada edad y su
vocación de erudito de nuestra historia no eran las
mejores herramientas para ejercer el cargo en tiempos tan
complejos.

Rafael Caldera gana las elecciones de 1994 al frente de
un partido político nuevo, Convergencia, que sería
popularmente conocido como "El Chiripero" pues sus seguidores
venían de muy diferentes frentes, la mayoría
disidentes de los partidos tradicionales de la política
nacional; recibe el mando de un país en tensa calma, en el
que las tremendas desigualdades sociales y los conflictos y
penurias económicas no han sido más que puestas en
un precario "stand-by" y aun se hallan muy lejos de cualquier
posible solución.

Tampoco es mucho lo que se puede anotar de este periodo
presidencial, pero lo poco que se puede resaltar, (aparte de la
crisis bancaria provocada desde la misma presidencia) es de alta
significación; por un lado y contra lo esperado y lo
prometido "El Paquete" halla continuidad en su aplicación
pero bajo formas suavizadas y el eufemismo de un nuevo nombre:
"Agenda Venezuela", llevado adelante rigurosamente de la mano de
un ministro de Cordiplan, tal vez un poco inusual, y en la que
sería su primera actuación, en su larga carrera de
operador político, en un cargo de decisión
gubernamental: Teodoro Petkoff; un ejercicio ministerial que a la
postre le valdría su separación del partido que
había fundado en 1971, (el MAS, formado al escindirse del
PCV como ya anotamos)… la frase con que diagnosticaba la
situación de Venezuela se haría famosa: "Estamos
mal… pero vamos bien"…

Otro dato, de los pocos resaltables, sellaría
definitivamente nuestro futuro inmediato, (que ya, gracias a DIOS
es nuestro presente), y que lamentablemente en su momento no fue
suficientemente explicado por el Presidente Caldera y hoy, a poco
tiempo de su muerte, ciertamente nunca pudo explicar: El 27 de
Marzo de 1994 concedió un indulto presidencial y la
amnistía a todos los involucrados en las dos intentonas
golpistas recientes a condición de su retiro voluntario de
las Fuerzas Armadas, una extraña maniobra política
realizada, supuestamente, como prenda para lograr el apoyo para
su gobierno de los partidos MAS y PCV que lo presionaban en este
sentido y que la exigían como condición previa a su
apoyo.

El último dato que se puede destacar de este
periodo presidencial está referido esencialmente al
proceso electoral en el que resultó ganador el ex militar
golpista indultado, Hugo Chávez Frías.

El primer asomo de la descomposición interna de
los partidos políticos tradicionales se vio claramente en
la aglutinación de tan variadas ideologías bajo las
banderas de "El Chiripero" que había llevado al poder al
Presidente Caldera; una descomposición que seguiría
su inexorable marcha a lo largo de su presidencia y que al inicio
de la campaña electoral sentenciaría su desenlace
casi desde el primer momento.

El hoy Presidente Chávez inscribió su
candidatura al frente de un partido político que se
llamó Movimiento Bolivariano Revolucionario, MBR,( tras
ganar las elecciones este nombre cambiaría a MVR,
Movimiento Quinta República) manteniendo como consigna, en
un primer momento, un intenso llamado a la abstención,
mientras tanto, la ex Miss Universo Irene Sáez, tras una
relativamente exitosa gestión como alcaldesa del Municipio
Chacao en Caracas, disfrutaba el tránsito de sus
aspiraciones presidenciales como supuesta independiente con
cierta comodidad frente a unos partidos políticos
tradicionales sumidos en el más absoluto caos, bajo el
mando de una dirigencia decrépita y totalmente desfasada
de las realidades y necesidades de los electores y del pueblo en
general.

La situación cambió para agudizarse aun
mas cuando viejos y muy experimentados políticos, (Luis
Miquilena, Jorge Olavarría, José Vicente Rangel y
muchos otros) se sumaron, ahora si abiertamente y en diversos
grados de compromiso, al movimiento del candidato Chávez,
aportando su experiencia, conocimientos, contactos y poder de
convocatoria a la, si bien más discreta pero determinante,
ayuda que el candidato estaba recibiendo de poderosos factores
económicos que pensaban medrar a su sombra; el resultado
de esta incorporación fue el radical cambio en el mensaje
del candidato, pasando del rabioso llamado a la abstención
electoral a una muy intensa campaña política para
alcanzar la presidencia.

El efecto inmediato de este cambio fue la
profundización del desfase y la pérdida de todo
sentido político de los conductores de los partidos
tradicionales, (que después de tan triste actuación
entraron en una etapa "terminal" de la que aun no se han
recuperado), también la pérdida de las ventajas
iniciales de la "independiente" Irene Sáez y finalmente,
la victoria electoral del candidato Chávez, quien
asumió el cargo el 02 de Febrero de 1999, jurando sobre la
constitución que, a pesar de sus acciones anteriores
contra ella le permitió llegar a ese momento y a la que,
sin embargo, y frente a quien entregaba el mandato, uno de sus
redactores, el compungido y debilitado Rafael Caldera, se
refirió como "Moribunda" … Moría en ese momento
mucho más que el texto constitucional de entonces,
moría también una etapa de la historia
política de nuestra nación y la clase
política que la sustentaba.

Queda ahora de nuestra parte coadyuvar en la
construcción de todo este andamiaje que terminara por
soportar la gran estructura que algún día se
conocerá como el Socialismo del Siglo XXI y del cual todos
estamos en el momento histórico de aportar para su
creación y perfeccionamiento.

Parafraseando al Presidente Hugo Chávez
Frías: Hay que dejar morir lo que tiene que morir, para
que termine de nacer lo que tiene que nacer….

Noción y
definición de ciertos conceptos

En el cuerpo de este trabajo hemos venido
refiriéndonos a determinadas palabras que en sentido
estricto, y en para precisión del discurso, son más
que eso, pasan a comportarse con conceptos que ameritan una
definición orientadora a los fines de una mejor
comprensión del contenido de lo indicado aquí. En
esa dirección, tenemos necesidad de acercarnos a cinco
conceptos de suma importancia, ellos son: Participación,
Cogestión, Autogestión, Control Obrero,
Cooperativa.

Clase Social

En opinión de una cantidad considerable de
investigadores, científicos y pensadores en el campo de lo
social, el concepto "Clase Social" es uno de los aportes de
más alto relieve que Carlos Marx hizo al conocimiento de
la sociología; pero la crítica también
establece que este aporte es uno de los menos firme. El
capítulo final de la obra El Capital, de Carlos Marx,
explicación sobre las clases sociales, que no fue
analizada en profundidad por el autor a causa de su
muerte.

En la noción de clases sociales, emanada de las
ideas de Marx, ellas constituyen unas unidades; unas
agrupaciones; es decir, categorías posicionales de grupos
sociales, que existen por sí mismas; en ese sentido, el
nivel de riqueza o de pobreza necesariamente no ancla al grupo en
una específica clase social; de igual manera, tampoco la
profesión es factor determinante de la clase social a la
cual puede pertenecer un individuo; por tanto, se evidencia que
las clases sociales dominan a sus miembros y, en oportunidades,
se oponen a ellos. "La clase es inseparable de la conciencia de
ser una clase".

Citado por Jean Duvignaud, en su propósito de
estudiar los distintos planteamientos sobre las clases sociales,
éste refiere que el investigador social Maurice Halbwachs,
en su obra: "La clase obrera y los niveles de vida",
continúa con el estudio de Marx y lo combina con el
pensamiento Emile Durkheim, así como con la teoría
del fundamento psicológico de las necesidades y de los
valores económicos; deduciendo que la clase social existe
por y con la conciencia que adquiere de sí misma en cuanto
a las representaciones colectivas que la definen.

Sin embargo, es G. Gurvitch, quién, sumido en las
ideas de Marx y tratando de configurar una definición de
clases sociales propensa a una aceptación consensual,
indica que:

"Las clases sociales son agrupaciones
particulares

de vastísima envergadura que representan
unos

macrocosmos de agrupaciones subalternas, cuya

unidad está basada en su suprafuncionalidad,
su

resistencia a la penetración por la sociedad
global,

su radical y recíproca incompatibilidad, su
extrema

estructuración que implica una conciencia
colecti-

va predominante y unas obras culturales
específicas;

estas agrupaciones, que sólo aparecen en las
socieda-

des globales industrializadas, donde los modelos
téc-

nicos y las funciones económicas están
particularmente

acentuados, tienen además las
características siguien-

tes: son agrupaciones de hecho, abiertas, con el
tiempo,

a la división, permanentes, desorganizadas,
poseyendo

únicamente la presión
condicional"

Desde luego, es extensa esta definición de las
clases sociales dada por Gurvitch, pero de ella se extrae un
hecho resaltante de inmenso valor analítico para
establecer las condiciones de privilegios, y es que manifiesta,
postula, precisa, en todo caso, que la clase social existe como
un conjunto real componente de la trama de las sociedades
industrializadas.

Grupos Sociales

El concepto de grupo social, como categoría a
estudiar y definir, es quizás uno de los pocos que en el
ámbito de los estudios de las ciencias humanas, pude ser
considerado tanto en el campo de la sociología como en el
de la psicología. En la obra: "Sociología y
psicología social del grupo", los autores H. Johnson y J.
Sprott, refieren que cuando dos personas interactúan; es
decir, se relacionan para intercambiar ideas, ejecutar acciones
en común o establecer una forma comunicacional que
conlleve a conocerse de manera más abierta, cada una tiene
en cuenta a la otra, no sólo como un objeto físico,
sino como un individuo con actitudes, expectativas, y con
capacidad de juzgar; de ese modo, la acción de cada uno se
basa, hasta cierto punto, en sus actitudes respecto del otro, y
sus expectativas respecto de la probable reacción del otro
hacia él. La interacción entre dos personas es el
punto de partida en el nacimiento de los grupos sociales, pero
debemos considerar que la acción de cada persona es
significativa para ella misma, tanto en el nivel consciente como
en el inconsciente, y parte de su significación es la
captación continua de cuál es el significado que
tiene para la persona con la que está interactuando. Sin
embargo, por aquello de cada cabeza es un mundo, que connota que
cada individuo es uno, único e irrepetible, la conducta de
cada cual se expresa conforme a determinadas conductas, que
imposibilitan al científico social explicarlas con apego a
una precisión satisfactoria.

Los autores mencionados en este tema establecen que para
explicar el concepto de grupo como sistema social o como sistema
de interacción social, se debe comenzar por hacer una
distinción entre "grupos" y "relaciones sociales" en
general. Desde ese punto de vista, se dice que existe una
relación social en el grado en que dos o más
individuos, o dos o más grupos, o individuos y grupos en
cualquier número ambos, interactúan unos con otros.
Así, las relaciones sociales varían desde
interacciones escasas y transitorias, tales como un intercambio
de saludos entre dos o más personas extrañas unas a
otras, hasta sistemas de interacción permanente, como la
familia o una estrecha amistad. Algo muy significativo, las
partes de una relación social pueden ser amigas o
enemigas, pueden cooperar entre sí o pueden tratar de
destruirse mutuamente. En el "grupo", establecido también
como una relación social interactiva entre individuos, el
factor fundamental de unificación es la
cooperación.

Desde esa perspectiva, se puede definir al "grupo
social" es un conjunto de dos o más personas que
interactúan bajo los dictámenes de la
cooperación para alcanzar fines comunes, de forma tal que
sus acciones requieren de una previa planificación
vinculante para todos los integrantes del mismo". Admitiendo esta
definición y comparándola con la noción de
"relación social", se considera que: Todo grupo es una
relación social, pero no toda relación social es un
grupo.

Es sumamente importante dejar claro que la necesaria
cooperación que debe haber entre los miembros de un grupo
social no excluye determinado grado de antagonismo entre ellos.
Un grupo puede ser un hervidero de rivalidades y hasta de
inalterable odio; como puede ser el caso de algunas familias, de
partidos políticos, de gremios, de gremios profesionales,
pero siguen siendo grupos si sus miembros cooperan a veces en sus
interacciones para lograr los objetivos comunes
propuestos.

Marxismo

Ha resultado sumamente laborioso para innumerables
estudiosos de las ideas filosóficas de Carlos Marx, llegar
a establecer una definición convencional del
término "Marxismo". Para Jean Lacroix, quién junto
con Emmnuel Mounier está en sitio destacado dentro del
movimiento personalista florecido en Francia a finales del siglo
XIX, y cuya orientación, conforme lo expresara el mismo
Lacroix, no tenía nada que ver con una doctrina
filosófica, más sí, con una actitud concreta
del hombre ante los problemas del mundo y de la Historia, El
marxismo se presenta como un sistema de ideas, según el
cual, lo que interesa a nuestros contemporáneos es el
estudio de las situaciones existenciales, el análisis de
la condición proletaria y la construcción de un
hombre nuevo.

De tal manera que lo que procede, en la
pretensión de llegar a conocer al marxismo, es ir por el
camino que lleva a captar una noción de él como
sistema que establece las condiciones del hombre nuevo; es decir,
del hombre transformado que debe surgir de la aplicación
de las ideas de Marx al proceso de conformación de la
Historia. Al respecto, dice Jean Lacroix, que cuando no se es
comunista, ni se milita en una de sus células, existe, sin
duda, una cierta deshonestidad intelectual al hablar del hombre
marxista. Esto deriva del hecho de que el marxismo no se propone
tanto la edificación de un sistema filosófico, sino
la construcción de un hombre nuevo, el hombre marxista,
quien tiene la misión bien determinada de llagar a ser
libre, ya que, espontáneamente no lo es. Para el hombre
marxista, la humanidad no debe seguir el curso que ha mantenido,
por tanto hay que transformarla, y eso sólo es posible por
medio de la revolución de la sociedad.

Según Lacroix, y conforme al resultado del
estudio de las ideas de Marx, el hombre marxista tiene un fin
real: su liberación, liberarse de la falsa
categoría del tener, que lo imposibilita para toda
relación auténticamente humana y lo coloca bajo el
control de una fuerza de la que le es casi imposible escapar, y
que lo aliena. Partiendo de esta tesis, Jean Lacroix afirma, con
respecto al hombre marxista, que:

"Desde su alienación hasta conseguir su
libertad,

una serie de etapas progresivas se abren al
campo

de acción de sus posibilidades y lo van
haciendo

cada vez más libre. Tal es el sentido de la
praxis y

es el fin (diríamos primordial) del marxismo:
regene-

nerar al hombre. Y regenerar al hombre consiste
sola-

mente, en hacerle tomar conciencia de lo que es,
darle

el sentido del movimiento histórico al que
pertenece,

mostrarle un camino difícil, sembrado de
exigencias de

trabajo, donde no se progresa más que codo a codo
con

toda la humanidad concebida orgánicamente y
cuya

liberación sólo tiene lugar en el marco de
una sección

social militante".

Entonces, queda bien dilucidado que en el pensamiento
intelectual de Lacroix no está la idea de sumergirse en la
búsqueda de una definición del marxismo, que
pudiera llevar convertirse en un planteamiento árido. Un
análisis de Lacroix sobre el hombre marxista,
asimilándolo al bolchevique, según él, a
juicio de Joseph Stalin, es el que apunta a dejar sentado que son
fuertes porque están unidos a su madre, a las masas que
les han dado existencia, que los han alimentado y que los han
formado. Y mientras permanezcan unidos a la madre, al pueblo,
tuenen todas las garantías de continuar siendo
invencibles.

Socialismo

Uno de los estudiosos y críticos más
resaltante del socialismo que ha dio la intelectualidad alemana
en el siglo XX, es el profesor de economía Ludwig Von
Mises, quién en su obra: "El Socialismo, análisis
económico y sociológico" hace un estudio en extenso
de la evolución de las ideas socialistas. Mises asume el
criterio de que es punto controvertido determinar si la idea
esencial del socialismo –socializar los medios de
producción, con su corolario: la dirección
centralizada del conjunto de la producción por un
órgano de la sociedad o, más exactamente, por el
Estado- ha sido concebida o no con claridad antes de mediados del
siglo XIX. Una respuesta a esa duda –según Mises-
podría surgir del conocimiento de si la necesidad del
manejo centralizado de los medios de producción de todo el
universo debe mirarse como uno de los caracteres esenciales del
pensamiento socialista constructivo. El criterio que este autor
maneja es que los viejos socialistas consideraban la
autarquía de pequeños territorios como "conforme a
la naturaleza", y el intercambio de bienes, cuando
trasponía las fronteras de esos territorios, como
"artificial" y pernicioso a la vez. Sólo después de
que los librecambistas ingleses demostraron las ventajas de la
división del trabajo internacional, fue cuando los
socialistas empezaron poco a poco a transformar el socialismo de
aldea y distrito en socialismo nacional, y después en
socialismo mundial. Prácticamente se puede considerar que
fue el momento en que Marx entró en escena, muy imbuido de
dialéctica hegeliana.

Para la época en que hacía sus
análisis sobre el socialismo, Ludwig Von Mises, expresaba
que tal pensamiento era el santo y seña de su tiempo y que
la idea socialista reinaba sobre los espíritus, las masas
le eran devotas, penetraba el pensamiento y el sentimiento de
todos, e imprimía su estilo a la época, que la
historia denominaba era del socialismo. Con este cúmulo de
ideas sobre el socialismo, mises, procede a definirlo como: "La
representación de una política que quiere construir
un orden social en el que la propiedad de los medios de
producción esté socializada". Ahora, qué
significa de que esté socializada, fundamentalmente que
tiendan a satisfacer las necesidades de una sociedad mediante la
preeminencia de la justicia, la igualdad y la solidaridad,
eliminando privilegios y ubicando el centro de las necesidades
reales del conjunto social para tender a satisfacerlas sin
ningún distingo. En este contexto, el socialismo va en
dirección contraria al capitalismo, al que considera una
posición egoísta que se solaza en el hecho de la
acumulación en forma individual.

Socialismo del siglo XXI

Es evidente que los socialistas han tomado como punto de
partida de sus doctrinas la crítica de la
organización burguesa de la sociedad, pero esta
crítica se encuentra en dificultades cuando se analizan
los factores de poder que conllevan a mantener ciertas
condiciones de privilegios a favor de quienes han controlado el
aparato burocrático del Estado en las esferas del
"socialismo real"; como así se denomina al implantado como
consecuencia de del triunfo de la revolución rusa en 1917,
que dio origen a la Unión Soviética: conjunto de
países de la Europa oriental que acogieron los principios
del socialismo, y luego del comunismo como método de
administración en la gestión pública y en el
control de los mecanismos que rigen las relaciones de
producción social. Las contradicciones internas de ese
sistema lo hicieron fracasar; sin embargo, las ideas del
socialismo pudieron, en cierta forma, salir indemne de ese
proceso de declive, porque, como expone Herman Cohen, escritor de
mayor influencia en Alemania en las últimas décadas
anteriores a la guerra, y que cita Ludwig Von Mises: "Actualmente
–se refería a su tiempo, pero sigue vigente- nadie
es tan tonto para mostrarse refractario al "buen fondo" del
problema social y, aun de manera disfrazada, a la inevitable
necesidad de una política social…" Efectivamente,
lo social en cuanto a la atención de las necesidades del
hombre es consustancial con la razón de ser de la persona
humana, por ello la tendencia a admitir que la sociedad puede
superar algunas deficiencias de orden organizativo, de aspecto
moral en cuanto a la distribución de los beneficios
emanado de su proceso productivo, por vía del socialismo,
se encuentra arraigada en la conciencia de innumerables grupos
sociales.

Bajo esa concepción de la universalidad de la
aceptación de las ideas socialistas a los fines de una
mejor organización y conducción de la sociedad,
pero desbrozando toda tendencia al burocratismo y a la
consecución de privilegios, surge el concepto de
"Socialismo del siglo XXI", acuñado en Venezuela por el
Presidente Hugo Chávez Frías, para darle un marco
ideológico y de permanencia doctrinaria al proceso
revolucionario que adelanta desde las posiciones de
administración y gestión pública nacional.
Conforme a ese punto de vista, se concibe al socialismo del siglo
XXI como: "Un sistema de organización social basado en los
planteamientos socialistas de épocas anteriores, que
excluye la rigidez en cuanto a la aceptación de distintos
modelos productivos en un mismo ámbito social, compitiendo
por jerarquizar el bienestar colectivo, pero tratando de mantener
la supremacía de la necesidad del control de los medios de
producción por parte del Estado para garantizar una
horizontal distribución de bienes que ayuden a superar las
carencias del conjunto social en general". Esta nueva forma de
concebir al socialismo debe nutrirse, en lo posible, de ideas
emanadas de pensadores autotonos; fundamentalmente de quienes
llevaron a cabo la gesta emancipadora, y entre ellos, de manera
muy especial, de las ideas de El Libertador, Simón
Bolívar, en su vigente planteamiento de una América
unida en torno a un ideal de libertad en todos los órdenes
de la vida social, política y económica de nuestros
pueblos.

Participación

La interpretación de este término se aleja
bastante de la noción comparativa con la idea de
autogestión. Planteado y entendido así, participar
es la acción que individualmente ejecuta una persona en
una actividad que ya existe, que tiene sus propias normas y
estructura y, por tanto, su finalidad. El participante se une al
grupo preexistente, y ejecuta una tarea en concordancia como la
vienen haciendo los otros. Se podría decir, según
Lucio Cornelio, que el participante se mueve por los otros
aún cuando aporte un elemento específico; por
ejemplo, el flautista que participa en la ejecución de una
orquestal ilustra bien los límites de la iniciativa en el
caso de la participación, puesto que de él se dice
que es un "ejecutante". Es ejecutante en doble sentido: primero
porque está obligado a seguir la partitura, aun cuando sea
solista y, en segundo lugar, porque debe coordinar su aporte con
el de los otros músicos, bajo la dirección de un
director de orquesta. Eso es distinto al caso de un obrero en una
cadena de fábrica, donde tiene que ejecutar lo que
solamente l indica el ingeniero, perdiendo así su
iniciativa. Por esa razón el obrero, no importa el
eslabón que sea en la línea de la cadena, viene a
ser un medio intercambiable en la realización del proyecto
establecido por otro hombre.

En todo caso, la participación supone una
adhesión voluntaria que deja aflorar un sentimiento de
contribución a una empresa común. Ciertamente, el
obrero también decide trabajar voluntariamente en una u
otra empresa, pero va espoleado por la necesidad de
proporcionarse alimento de él o de su grupo familiar; es
decir, lo voluntario solo queda referido a escoger a quién
le vende su fuerza de trabajo. Quebrar ese paradigma con miras a
transformar al obrero en un individuo participativo, exige
entregarle los elementos suplementarios del flautista: "Conceder
a los obreros – Afirma Lucio Cornelio- la
participación es, efectivamente, darles la
sensación de un papel activo, original y
espontáneo. En resumen, es ponerlos en la situación
de elegir por sí mismos su colaboración en una
empresa sin que se sientan "instrumentalizados" en todos sus
gestos. Así, en primer momento, la participación
resulta de una modificación de la conciencia".

Cogestión

La cogestión viene a ser un paso más
avanzado que la participación dentro de una empresa. Se
trata, ahora, de proporcionar opinión tendiente a mejorar
las condiciones organizativas de la empresa. El obrero ya no se
plantea el problema en términos de beneficios para
satisfacer necesidades primarias o de otra índole, sino de
intervenir para mejorar las condiciones del centro de trabajo
para optimizar su proceso productivo. Dicha intervención
puede ejercerla en dos planos bien demarcados pero
complementarios e importantes: en el de la organización
técnica del trabajo y en el de la política general
de la empresa.

Visto desde ese enfoque, y siguiendo la línea
argumental de Lucio Cornelio, la participación engranada
con la cogestión, evita tener al obrero en un simple papel
instrumental; consiste en integrar la iniciativa y la creatividad
obrera al proceso productivo más allá de las tareas
simplificadas que la teoría organizacional taylorista
propone con respecto a las relaciones empresariales.

Reflexiones sobre
el trabajo humano individual y social

Desde que el hombre se formó la noción de
la importancia de vivir en grupos, y comenzó a formarse la
vida social, ésta ha estado moldeada, en gran medida, por
las instituciones sociales que tienen su sustento en un conjunto
de normas a las cuales está sometida la voluntad del
hombre en tanto actúa en la relación grupal. De esa
manera el individuo que ha internalizado las normas siente
siempre algo así como adecuarse a ellas para que la
reproducción social tenga rango positivo. Una de las
más sobresalientes normas sociales es aquella que
establece la condición de que todo individuo útil
debe dedicarse a la ejecución de un trabajo conforme a su
idoneidad y talento de manera que con sus propios esfuerzos logre
el sustento para él y su grupo familiar, entendiendo por
sustento la satisfacción de las necesidades que garanticen
una vida saludable en situación
pacífica.

El Trabajo como Elemento Inherente a la Persona
Humana

Desde esa perspectiva, el trabajo viene a ser un
elemento inherente a la persona humana y por tanto un derecho
natural cuya restricción pasa por las definiciones de los
derechos humanos fundamentales que no deben ser violentados bajo
ningún respecto. Esta noción, que podríamos
decir clásica, del trabajo denominado social por ser
ejecutado por el hombre, se encuentra actualmente ampliada en una
nueva concepción que ubica al trabajo social en el plano
colectivo; es decir, en cuanto es ejecutado en función de
determinados grupos sociales. Ello ha dado como resultado la
elaboración de un conjunto de normas y concreciones
legales dirigidas a establecer la responsabilidad social de cada
individuo u organización, tanto privada como
pública, en el imperativo de satisfacer necesidades
colectivas.

Hay que establecer una clara frontera entre lo que
significa la división del trabajo y el trabajo social
conforme a las nuevas concepciones. Cuando se habla de la
división del trabajo, se habla en dos direcciones: Una,
orientada a establecer la actividad o rol que cada persona debe
ejercer dentro del cuerpo social a lo interno del país;
esta connotación de la división del trabajo lleva,
en cierta forma, a establecer el status o posición de cada
persona con respecto a los diferentes grupos sociales a los
cuales se encuentra integrado. La otra: orientada a definir y
adjudicar las oportunidades que en el contexto internacional
corresponden a cada República. Esta división del
trabajo no necesariamente proviene de una acuerdo consensual, en
su indicación juega papel importantísimo el
potencial económico de orden natural y cultural de que
puede hacer uso cada país; por ejemplo, hoy en día
a Venezuela, en el marco de la división del trabajo, le
corresponde la tarea fundamental de proveer, en primer
reglón, materia prima energética proveniente de los
hidrocarburos, mientras que en el plano de los productos
agrícolas no es requerida o se le obstaculiza bastante su
colocación en mercados externos.

Entonces, volviendo a centrar el tema; cuando se habla
del trabajo social, se dice de las tareas que individuos,
organizaciones o empresas deben realizar en el plano nacional
interno para cooperar en la superación de ciertas
deficiencias que acusa la sociedad. Como generalmente, y en
cualquier instancia del ámbito planetario, las personas y,
por supuesto, las organizaciones cuyos elementos básicos
de accionar son las personas, tienden a una posición
egoísta, el Estado como ente encargado de controlar las
distintas relaciones de la sociedad y de los grupos, norma la
participación social.

Según Karl Marx, la primera división del
trabajo que existió, fue establecida entre hombres y
mujeres, lo que permitió que cada renglón sexual se
ubicara en determinados campos de actividades que dieron, con el
tiempo, una clara visión de lo femenino y lo masculino. El
proceso de avance de la humanidad ha ido borrando tal
línea fronteriza y la división del trabajo en la
persona humana ha pasado a ser considerada en otra esfera, dando
como producto una determinación a aceptar la igualdad de
condiciones en el desempeño de actividades laborales sin
que medie discriminación alguna ni se eliminen paridades
en cuanto a beneficios: A trabajo igual, igual
remuneración cualquiera sea el sexo del ejecutante. Esto
no es el centro de atención en estas notas sobre el
trabajo social, pero sí ayuda en cuanto a una
precisión sobre la evolución del trabajo de la
persona humana durante el avance del proceso civilizatorio. El
tema de la división sexual a los fines del trabajo,
actualmente, no reviste ninguna contradicción en la
mentalidad colectiva de los venezolanos; es adsorbida e
internalizada con mucha fluidez la idea de que no hay diferencias
de capacidad entre mujeres y hombres para realizar trabajos,
salvo aquellos con exigencia de extremada destreza física.
LA historia lo confirma, en los lejanos tiempos atrás,
cuando comenzó a conformarse la enmadejada social basada
en la relación grupal, y se fueron estructurando los
pueblos, en los que se inclinaron por alimentarse y establecer su
vestimenta producto de la caza, el hombre, el varón
asumió la tarea de procurar la alimentación y las
pieles necesarias para vestir al grupo familiar o al clan; desde
luego, la tarea de cazar para los fines indicados exigía
condiciones y gran esfuerzo físico, que no se le
permitía a la mujer por una razón fundamental:
cuidar la reproducción y conservación de la
especie.

El Trabajo Social como Contribución al
Desarrollo Comunitario

Resulta fácil plantear la tesis del trabajo
social, pero bastante difícil implementarla bajo criterio
voluntarioso de los miembros de la sociedad. Partiendo de esa
circunstancia, y dentro de la idea de ir hacia la
construcción de una nueva sociedad, cuya
característica fundamental sea la solidaridad, se impone
la necesidad de adelantar un proyecto de reeducación y
concientización incluyente; proyecto que estimule a la
persona humana para una incorporación participativa,
integralmente democrática y signada por un principio de
auténtica libertad, marco propicio para que aflore la
iniciativa y la creatividad. Se debe asumir que la dificultad
para implementar planes de trabajo social se potencia más
si los mecanismos empleados no logran la acción
participativa de la población; es decir, del elemento
activo, que debe estar consciente de que la actividad a
desarrollar redundará en beneficio propio en tanto y
cuanto lleva como objetivo supremo constreñir carencias
colectivas que están rotando en el ámbito social
donde la persona realiza el conjunto de actos que dan constancia
de su existencia vital.

Por otro lado, desde el punto de vista
filosófico, el trabajo es la actividad con mayor carga
significativa en el hecho de la dignificación de la
persona humana. Ningún ser humano puede realizarse
integralmente sino por medio del trabajo que lo sustrae de la
condición alienante de mendigo, y le permite asumir el
compromiso de ser el constructor de su propio destino
histórico. De allí el fundamento de que el trabajo
de la persona humana reviste carácter de primacía y
de respeto dentro del concepto de los derechos humanos. Pero el
trabajo de la persona humana, como ya se ha dicho, aporta
valiosísimos beneficios al logro del desarrollo integral
cualquiera sea el país. En este punto aparece el mandato,
no sólo de fomentar el trabajo como elemento que permite
al hombre cubrir necesidades básicas; alimentación,
vestido, hogar, recreación, medicinas, sino que se debe ir
más allá: respetar a la persona en condición
de trabajo, mejorar las condiciones de trabajo; optimizar la
compresión intertrabajadores, fomentar y mantener el
principio de compañerismo, sin violentar el orden
jerárquico ni diluir la responsabilidad que a cada quien
pertenece en el cumplimiento del deber.

El Trabajo en Sentido Objetivo y
Subjetivo

El tema del trabajo humano ha captado, desde tiempos
remotos, la atención de las corrientes del pensamiento.
Fue discutido con amplitud durante los albores de la
Revolución Industrial, pero han sido las religiones,
constituidas en iglesias, las que más dedicación
han prestado al tema. Es el caso de la Iglesia Católica,
cuya preocupación por que se respete la dignidad de la
persona humana, la ha llevado a levantar su voz sobre este
particular, dejando testimonio en varias Encíclicas
Papales. En una de esas Encíclica: la "Laborem Exercens",
emitida por el Papa Juan Pablo II (14 de septiembre de 1981),
dirigida a central el problema del Trabajo Humano, la Iglesia
Católica afirma estar convencida de que el trabajo
constituye una dimensión fundamental de la existencia del
hombre en la tierra. Esta convicción, le viene a la
Iglesia vía del conocimiento de las Santas Escrituras en
las primeras páginas del Libro del Génesis en la
frase: "Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla".
Implícitamente está allí el mandato divino
al trabajo como una a ser desarrollada por el hombre en el mundo,
demostrando en su esencia más profunda que, siendo el
hombre creado a semejanza e imagen de Dios, en el mandato al
trabajo, el hombre, en la integridad de ser humano, refleja la
acción misma del creador del universo.

Resalta la Iglesia Católica que la universalidad
y multiplicidad del proceso de "someter la tierra" iluminan al
trabajo del hombre, ya que el dominio que éste está
mandado a ejercer sobre la tierra se realiza en el trabajo y
mediante el trabajo, emergiendo así el significado del
trabajo en sentido objetivo, el cual logra su expresión en
las incontables épocas del desarrollo civilizatorio
comenzando por la actividades primarias de domesticación
de animales y cultivo de la tierra, cuyo avance se va
perfeccionando con el empleo de la técnica que es
emanación exclusiva de la inteligencia humana. En ese
sentido, deja claro la "Laborem Exercens" que si las palabras
bíblicas: "someted la tierra", dichas al hombre desde el
principio, son entendidas en el contexto de la época
moderna, industrial y posindustrial, indudablemente encierran en
sí una relación con la técnica, con el mundo
del mecanismo y máquinas que es el fruto del trabajo del
cerebro humano y la confirmación histórica del
dominio del hombre sobre la naturaleza.

En la misma dirección, en cuanto al valor del
trabajo con elemento fundamental de la actividad humana, el Papa
Juan Pablo II indica que la época reciente de la historia
de la humanidad, especialmente la de algunas sociedades, conlleva
una justa afirmación de la técnica como coeficiente
fundamental del progreso económico; pero al mismo tiempo,
con esta afirmación han surgido y continúan
surgiendo las interrogantes esenciales que se refieren al trabajo
humano en relación con el sujeto, que es precisamente el
hombre. Estas interrogantes encierran una carga particular de
contenidos y tensiones de carácter ético y
ético social. Poe ello constituyen un desafío
continuo para múltiples instituciones, para los Estados y
para los gobiernos, para los sistemas y las organizaciones
internacionales; constituyen también un desafío
para la Iglesia.

En el continuar del análisis del trabajo
relacionado con el mandato de someter la tierra, la "Laborem
Exercens" concentra su atención en otro aspecto: el
trabajo en sentido subjetivo. Al respecto, establece que el
hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque como
"imagen de Dios" es una persona; es decir, un ser subjetivo capaz
de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca
de sí y con tendencia a realizarse a sí mismo. De
manera que como persona el hombre es sujeto del trabajo. Como
persona, el hombre trabaja, realiza varias acciones
pertenecientes al proceso del trabajo; éstas
independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas
ellas a la realización de su humanidad, al
perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en
virtud de su misma humanidad. Así, ese dominio del que
habla el texto bíblico, se refiere no sólo a la
dimensión objetiva del trabajo, sino que estable
también su dimensión subjetiva; entendiendo como
tal el proceso mediante el cual el hombre, como género
humano, somete tierra. Dominio que se refiere, en cierto sentido,
a la dimensión subjetiva más que a la objetiva.
Esta dimensión condiciona la misma esencia ética
del trabajo, por tanto, no hay duda de que el trajo humano tiene
un valor ético, el cual está vinculado completa y
directamente al hecho de quien lo realiza es una persona, un
sujeto consciente y libre; es decir, un sujeto que decide por
sí mismo.

Entonces, desde esa concepción, el trabajo humano
viene a ser un elemento primordial en la búsqueda de la
liberación plena del hombre hacia la conquista de su
propio destino histórico. El trabajo humano se constituye,
de esa forma, en el fundamento sobre el cual descansa la vida
familiar, la cual es un derecho natural y una vocación
irrenunciable del hombre. Hay que recordar que la familia es, al
mismo tiempo, una comunidad hecha posible gracias al trabajo y la
primera escuela interior de trabajo para todo hombre.

Contribución de las Instituciones
Gubernamentales a la Vigencia del Trabajo Humano Individual y
Social

No hay oposición alguna a la idea de que
–como lo afirman muchos estudiosos de la materia– la
prosperidad de una nación radica en sus hombres, en el
trabajo que éstos realizan. Se hace hincapié en que
la potencial riqueza de un país consiste en la cantidad de
talentos y la capacidad de esfuerzos productivos que posee. Es
aquí donde surge el hecho cierto de que algunos
países cuyas riquezas naturales son escasas, se sobreponen
por encimas de otros con mayor abundancia y gracias al talento y
la capacidad de trabajo de su gente emprende camino hacia
estadios superiores de desarrollo y de mayor justicia social; es
decir, crear las condiciones requeridas para que el trabajo,
además de dignificar a la persona humana, la oriente por
el camino de la convivencia y la tolerancia basadas en el mutuo
respeto.

Es de hacer notar que en la actualidad, todas las
constituciones políticas que norman la vida de los pueblos
en sus ámbitos nacionales marcan la tendencia a garantizar
el trabajo como elemento fundamental para que el hombre se
impulse hacia la superación de deficiencias. Pero,
además, precisan sobre las condiciones en las cuales deben
darse el trabajo para que la garantía del respeto a la
dignidad de la persona humana no sea vulnerada. Muy atrás
quedó el concepto de administrador omnipotente legitimado
por su ferocidad en la conducción como demostración
de firmeza y eficacia.

La Revolución Bolivariana, en su empeño de
echar las bases de sustentación para dar el salto desde
una sociedad capitalista a una de corte socialista, conforme a
las nuevas corrientes humanísticas que la sociedad mundial
admite y asume, en función de establecer las mejores
condiciones, para potenciar el proceso civilizatorio de la
humanidad, tiene el deber de garantizar el trabajo individual que
tiene misión de vigenciar el respeto a la dignidad de la
persona humana, y el trabajo social colectivo tendiente a
fortalecer los lazos de solidaridad e impulsar al país
hacia el logro del Bien Común como resultado del esfuerzo
conjunto del conglomerado social.

Sobre ese aspecto, en el caso de Venezuela, y dentro del
concepto de trabajo social, existe una "Ley de Responsabilidad
Social" que establece las formas de cómo y cuándo
los entes de los sectores público y privado deben hacer su
aporte para satisfacer necesidades sociales colectivas, ya sea
con aportes monetarios o con presencia física.

En el caso específico de "Puertos de Sucre,
S.A.", en su condición de empresa, está obligada a
cumplir con lo dispuesto en la ley de "Responsabilidad Social",
de acuerdo a su proceso normativo, que indica dos modalidades muy
claras y precisas: de forma presencial o con aporte monetario. De
la primera forma, la contribución puede hacerse conociendo
las necesidades o problemas de determinadas comunidades,
elaborando y ejecutando proyectos dirigidos a superar esas
necesidades empleando sus propios recursos técnicos. De la
segunda forma, otorgando el 2% de los ingresos brutos que perciba
por sus actividades a determinadas comunidades, conforme lo
indiquen los órganos gubernamentales competentes, para que
ellas emprendan tareas vayan directamente a la solución de
sus problemas. La Ley que se menciona establece que en la primera
forma la prestación del servicio social debe hacerse en el
ámbito territorial más cercano a la
ubicación donde la empresa presta sus
servicios.

Entonces, en el caso de la empresa "Puertos de Sucre",
visto su campo de acción y su sistema organizacional que
está definido por varios centros operativos ubicados en
distintas ciudades su, el ámbito territorial de
cumplimiento con la Ley de "Responsabilidad Social" serían
los espacios cercanos a cada una de sus esos centros
operativo.

EN RESUMEN, el trabajo humano individual, ese que
dignifica a la persona humana y le permite asumir el compromiso
de ser el constructor de su propi destino, debe ser respetado
como elemento básico dentro de los derechos humanos
fundamentales. El trabajo social colectivo, ese que potencia los
criterios de la necesaria solidaridad humana y refuerza las
relaciones permitiendo una mejor reproducción social y
resulta primordial para el logro del Bien Común, debe ser
estimulado para que se llegue a él por vía de la
participación consciente y voluntaria.

Aporte para la
construcción del socialismo del siglo XXI, desde una
perspectiva del Derecho del Trabajo

Como es de todos sabido, el derecho más sagrado
del ser humano es el derecho a la vida, el cual tiene su plena y
verdadera realización cuando el individuo goza de la
posibilidad real, sin exclusiones de ningún tipo, de ver
satisfechas sus necesidades materiales y espirituales
básicas y alcanzar mediante su trabajo, el modelo de vida
establecido, consciente y voluntariamente, en la generalidad de
la sociedad para una etapa dada de su desarrollo y el que en modo
alguno puede adoptar rasgos consumistas en un mundo plagado de
hambre y pobreza, este debe ser solidario e
internacionalista.

Este objetivo solo es alcanzable en aquellas sociedades
que marchen por el camino de la construcción del
socialismo, cuyo fin supremo es la elevación
sistemática de la calidad de vida del hombre (grado en que
se satisfacen sus necesidades materiales y espirituales) para un
hombre desarrollado en todos sus aspectos, el hombre nuevo del
que nos habló el Ché, siendo el cumplimiento de
dichos objetivos la razón fundamental de la
irreversibilidad y triunfo definitivo de este nuevo
régimen social. Ambos aspectos, calidad de vida y hombre
nuevo, conforman una unidad de accionar de dos sentidos y de
carácter dialéctico.

Si bien es cierto que "En pueblos como en hombres, la
vida se cimienta sobre las necesidades materiales" y que en lo
común de la naturaleza humana, se necesita ser
próspero para ser bueno, no basta la prosperidad para
hacer a los pueblos durables, si no se les fortalece con la
práctica constante y predominio del sentimiento,
Martí siguiendo el Marxismo señala "que el hombre
necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y
vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte,
religión, etc.", que, por tanto, la producción de
los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la
correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo
o de una época es la base a partir de la cual se han
desarrollado las instituciones políticas, las concepciones
jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas
religiosas de los hombre, a lo que el filósofo Engels
señala "según la concepción materialista de
la historia, el factor que en última instancia
determina la historia es la producción y la
reproducción de la vida real. La tergiversación de
lo dicho anteriormente en relación a que el factor
económico es el único determinante,
convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta,
absurda".

Resulta entendible, que una Revolución no pueda
consolidarse y no puede marchar hacia adelante si no es
precisamente apoyándose en sus logros económicos.
La realidad social en que vivimos, en tiempo críticos como
estos, con sus serias limitaciones materiales, nos ha permitido
comprobar que en un grupo significativo de los seres humanos el
desarrollo de altos valores éticos morales requiere
obligatoriamente de un nivel adecuado de satisfacción de
sus necesidades materiales, lo cual no contradice en modo alguno
que la construcción del socialismo y el comunismo no es
solo una cuestión de producir riquezas y distribuir
riquezas, sino es también una cuestión de
educación y de conciencia.

Pero el trabajo es muchísimo más que
complacer las expectativas. Es la condición básica
y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que,
hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al
propio hombre.

De ahí lo trascendente de eliminar la estrecha
concepción de ver al hombre en el proceso laboral
solamente como un elemento más del mismo, y donde nuestro
quehacer se dirija únicamente en el sentido de lograr que
este sea eficaz y eficiente en el empleo de su fuerza de trabajo,
lo cual en modo alguno significa dejar de prestar atención
a esta cuestión, por demás de relevancia para el
triunfo del socialismo, teniendo presente los
señalamientos de Lenin cuando destacó a la
productividad como factor decisivo del nuevo régimen
social.

El trabajo, tal y como hemos apuntado es la fuente
esencial de la calidad de vida, pero a la vez un elemento
relevante dentro de esta; por lo que se puede reafirmar que no
hay calidad de vida sin calidad de vida laboral.

El Grado de satisfacción material y espiritual
del hombre con el trabajo que realiza determina su calidad de
vida laboral, alcanzando su cima, cuando el trabajo se convierte
en su primera necesidad vital, estado en el cual la
motivación del ser humano es el puro placer en y por la
obra que realiza, es intrínsecamente gratificante y donde
su conciencia se funde con sus actos y se pierde la noción
del tiempo y del espacio.

De todo lo anteriormente dicho se desprende una
necesidad impostergable de desarrollar la ciencia del trabajo,
estudiar al hombre en sus múltiples relaciones presentes
en el proceso laboral, con el fin de elevar progresivamente su
calidad de vida laboral. Ciencia la cual debe fundamentarse en
principios y valores endógenos, eliminando toda tendencia
a su desideologización, a la copia de modelos
foráneos sin tener en cuenta nuestro régimen
social, nuestra idiosincrasia y el estadio económico
social en que nos encontramos. En ningún momento podemos
dejar de tener presente que esta ciencia, no tecnológica,
siempre estuvo al servicio de las clases dominantes, estando sus
objetivos y métodos en función de los intereses de
esta, hasta ahora.

El establecimiento de los principios que deber regir la
ciencia del trabajo en el socialismo, así como las
vías y métodos de su instrumentación en la
práctica social se convierte en una tarea mesiánica
para el triunfo definitivo de este régimen social, los
cuales se obtienen, partiendo de la ideas de Marx, Engels, Lenin,
el Ché, Fidel, Chavez, Rosa de Luxemburgo, Friedrich
Engels, Heinz Dieterich, y muchos otros, mediante la
observación, el razonamiento y la experimentación
social estructurado de forma sistémica en nuestra realidad
laboral.

Este enfoque científico requiere la
evaluación del avance de las fuerzas productivas, el grado
de maduración de las relaciones de producción y el
desarrollo del hombre en sus diferentes aspectos.

La ciencia del trabajo requiere, obligatoriamente de
conceptos claros y términos exactos, consecuentes con
nuestra ideología los cuales puedan interpretarse por
especialistas y demás trabajadores.

Dado los fundamentos que la sustentan tiene un
carácter dinámico y mantiene interconexiones con
todas las disciplinas científicas que actúan en el
centro de trabajo y se inserta en el contexto
socioeconómico de cada momento.

Por otra parte la actividad laboral exige el
establecimiento de programas integrales de investigación,
desarrollo y adopción de medidas, evitando que estas
últimas contradigan o distorsionen las leyes y principios
que deben sustentar esta ciencia en el socialismo.

En estas reflexiones se cree importante destacar el
papel que deben jugar los dirigentes a los diferentes niveles de
la nación, los investigadores y demás trabajadores
en la materialización de los objetivos anteriormente
señalados y muy especialmente en el centro de trabajo, ya
que, la relación del hombre consigo mismo solo se hace
objetiva y real para él a través de su
relación con otro hombre y es precisamente en el centro de
trabajo donde estas relaciones tienen su más alto grado de
concreción.

La empresa no solo tiene como objeto social producir o
prestar un servicio eficaz y eficiente, crear riquezas, sino
también un eslabón básico y de suma
trascendencia en la formación del hombre nuevo y
especialmente en la conversión del trabajo en la primera
necesidad vital, elevando la calidad de vida laboral. Una empresa
de éxito no se puede evaluar exclusivamente por los
avances logrados en sus indicadores
técnico-económicos; hay que considerar la calidad
de vida del colectivo, el grado de maduración de los
valores ético morales en este, su conciencia de
dueño, su realización, sentido de pertinencia,
responsabilidad social, etc.

Nunca podemos olvidar que los imperialistas siempre
tratarán de influir en todos nosotros con su
ideología. La batalla de ideas también se extiende
al plano de la ciencia del trabajo. El imperialismo siempre ha
despreciado a nuestro pueblo, han desarrollado la idea de que no
somos capaces de gobernarnos, de auto dirigirnos, que solo con
sus teorías podemos avanzar. Tratan de borrar los
fundamentos de quienes fundamentan el Socialismo, sobre el papel
del hombre en el proceso laboral, sin embargo, nos imponen como
suyas la significación de este para el éxito de las
empresas, desde luego obviando la explotación del obrero
por parte de los dueños de los medios de
producción.

Hay que evitar la "intoxicación y con ello llegar
a pensar que solo aplicando sus "infalible" métodos
podemos salir del subdesarrollo provocado por ellos
mismos.

La experiencia nos ratifica que la extrapolación
mecánica y no interiorizada de modelos foráneos no
ha traído buenos resultados.

Debemos poder nutrirnos de la experiencia universal,
pero también de la nuestra, todo ello sin miedo a
equivocarnos. Esto último ha sido poco desarrollado y
subvalorado, y en base a esa conjugación y sobre la base
del marxismo, desarrollar nuestros propios métodos, los
cuales deben someterse a una adecuada fundamentación y
experimentación antes de generalizarse.

Quizás por eso y para eso nos encontramos hoy
aquí, tenemos el deber histórico de

aportar a la construcción del modelo de sociedad
que nos guiara por los próximos decenios, quizás
siglos. Y ese modelo debe ser lo más parecido a lo que
cada uno de nosotros piensa, cree y desea que sea nuestro
país, la gran casa de todos los venezolanos.

La burocracia
como institución: Apuntes para hacerla más eficaz
en un determinado ámbito administrativo

Históricamente ha habido señalamientos
serios con respecto a la forma de organización y
actuación de la de la burocracia dentro de la estructura
funcional de los gobiernos. Evidentemente, la burocracia; es
decir, la compleja red de operadores que hacen posible la
gestión administrativa en procura de objetivos colectivos
institucionales, es el resultado progresivo que va consolidando
el proceso organizativo.

Es admisible la tesis de que, a medida que los hombres
se reúnen en grandes grupos para perseguir fines
colectivos, se enfrentan, inevitablemente, a nuevos y complejos
problemas de organización, debido a que surgen
obstáculos comunicacionales potenciados el agigantamiento
del grupo y por la ampliación y diversidad del espacio
operativo. En ese contexto, los métodos tradicionales para
dirigir, controlar y coordinar los esfuerzos de muchas
personas que llevan a cabo distintas tareas, generalmente en
lugares y sitios diferentes, son deficientes.

Está claro, a medida que las empresas,
corporaciones y hasta las propias estructuras de gobierno van
aumentando en personal a su servicio y van ocupando variados
espacios, surge la necesidad de encontrar nuevos métodos
para cambiar y coordinar los esfuerzos de esas personas. No hay
que olvidar esa indicación científica de que no
hay una persona igual a otra; cada persona es única
y
por tanto cada una tiene su modo de pensarse al mundo y
plantearse posibles respuestas, aun cuando sea frente a un mismo
estímulo. Desde esta óptica se precisa lo
difícil que sería para un dirigente
político, empresarial, laboral o social obtener un
fórmula de coordinación y control que satisfaga la
necesidad el avance de su organización hacia el logro de
los fines u objetivos colectivos que tiene marcados en su
misión institucional.

En el mundo moderno, vista la compleja trama social y
las múltiples interrelaciones que exige el tejido social,
la respuesta a los problemas colectivos, sólo se puede
lograr mediante la gestión a través organismos,
empresas y corporaciones macros y participación de muchos
individuos, a los cuales hay que prestarle también
asistencia para mejorar sus condiciones individuales. De tal
manera que se percibe que administrar hombres es una de las
tareas que reclama la presencia de un buen adecuado talento. Una
fórmula encontrada para la solución de los
problemas que surgen de la organización a gran escala es
la formación, desarrollo y mantenimiento de la burocracia,
que en apreciación del sociólogo y filósofo
Robert Merton, es una estructura social formal, racionalmente
organizada que implica normas de actividades definidas con
claridad, en las que, idealmente, cada serie de acciones
está funcionalmente relacionada con los propósitos
de la organización.

Si por la vía de la acción
burocrática se pueden lograr soluciones a los problemas
que plantean las organizaciones, haciendo más eficaz y con
menor esfuerzo el logro de los objetivos.

¿Por qué el señalamiento, casi
despiadado, contra la burocracia, principalmente cuando se trata
de la administración pública?

Allí es donde está el meollo de la
cuestión. La burocracia es el elemento humano actuando en
persecución de fines, pero ese elemento humano
actúa también dentro de la organización
tratando de mantener o alcanzar intereses particulares que, en
ocasiones, hasta pueden estar en contraposición con los de
la organización. De igual modo, cada individuo
perteneciente a la organización tiende a actuar procurando
mantener sus beneficios, sus privilegios, su status, y todo
aquello que pueda poner en peligro esas conquistas trata de
distanciarlas lo más posible. Así hace su
aparición "el funcionario cuyo estereotipo convencional,
es el empleado solícito, apegado a los reglamentos, reacio
a la responsabilidad –entiéndase, asumir
responsabilidad a su propia cuenta-, rutinario y preocupado por
el intenso trabajo". Este tipo de funcionario que cosifica a la
administración pública, que no se atreve a pisar un
poquito fuera de la raya de los reglamentos de la
organización por temor a poner en juego su empleo,
contrasta con el ímpetu del dirigente político,
cuya naturaleza de actuación social lo lleva a exigir
soluciones inmediatas. La solución inmediata a los
problemas sería lo ideal; toda organización
está llamada a la perentoriedad en la solución de
los problemas, pero la burocracia mantiene su rigidez en el apego
a las normas organizacionales, que generalmente establecen un
orden procesal pocas veces conocido por el colectivo. En la
visión de que las normas hay que cumplirlas, la burocracia
viene a jugar un papel de primera línea en ese
propósito, haciéndose imprescindible.

Siendo importante la burocracia para el proceso
organizacional, y previendo que es una de las fórmulas
más adecuadas para dar soluciones a los problemas
inherentes al logro de los objetivos de la organización,
lo básico es:

¿Cómo compatibilizar la acción
de la burocracia apegada a los reglamentos y normas con la
celeridad que exigen los procesos de solución de
problemas, sin que sufran mengua ambas posiciones?

El burócrata tiene temor de ir un poco más
allá, por aquello de que "la empresa no permite un momento
de locura"; es decir, no permite libertades ni
discrecionalidades, sino cumplimiento estricto de las normas. Por
supuesto, en ocasiones pasa la raya y asume decisiones que en la
mayoría de los casos perjudican a los elementos objetos de
la prestación del servicio que ejecuta la
organización. Cuando el burócrata se atreve a dar
ese paso siempre subyace un interés particular traducido
en un beneficio inmediato.

Como se ha dicho, el recurso humano es muy
difícil de manejar, controlar y ubicar correctamente en el
logro de un propósito, sin embargo, los técnicos en
materia organizacional y de administración de empresas
establecen que para tener buenos resultados en la
conducción de personas hacia el logro eficaz y
rápido de los objetivos, lo primordial es crear un amplio
clima comunicacional que permita la fluidez de información
entre los distintos mandos encargados de coordinar las acciones a
tomar, porque no hay que olvidar que la comunicación es un
fenómeno constitutivo de la sociedad y la
información tiene carácter reproductivo del orden
social. Sin comunicación no hay organización
posible.

Entonces, el líder, el conductor debe tener
clarísimo, cuando trabaja con y entre personas,
que:

  • a) Cada una de ellas es una
    individualidad

  • b) Cada una de ellas responde a un cuadro
    psicológico particular

  • c) Cada una de ellas tiene un sustrato
    emocional propio

  • d) Cada una de ellas necesidades
    psicosomáticas propias que satisfacer

  • e) Cada una de ellas actúa conforme a un
    cuadro emocional inherente a su ser

  • f) Cada una de ellas expectativas social que
    satisfacer

  • g) Cada una de ellas tiene una visión
    del mundo en la cual enmarca sus sueños

En ese sentido, él debe abrir un proceso
comunicacional que dé señales de seguridad y
dominio de su actuación. De esa manera fortalece en sus
conducidos la idea de que cada decisión que tome lleva el
sello de la justicia. Con base en ese proceso comunicacional
inculcar permanentemente lo beneficioso que resultaría
para cada miembro de la organización el que los objetivos
que la sustentan se logren en forma eficaz y rápida sin
violentar el cuadro de normas. Debe puntualizar con respeto y
seriedad que los regodeos son elementos de alta perniciosidad
para la organización.

Al igual que la comunicación, el dirigente debe
esforzarse por mantener contacto permanente con el mayor volumen
posible de los integrantes de la organización
manifestándoles interés por lo que hacen y dicen.
Los integrantes de una organización deben estar
convencidos que son comprendidos en sus necesidades. Sin embargo,
y eso deben saberlo también, esto no escusa de llevar un
programa de evaluación de las actuaciones positivas y
negativas del grupo.

Reflexiones
referentes a la acción patronal en relación con la
conducción de los trabajadores

Al sumergirnos, buscando detectar algunos aspectos que
oriente sobre las relaciones y los niveles de confianza que se
establecen entre los patronos y los trabajadores, el espejo
revela que en la multiplicidad de relaciones que se dan a lo
interno de una empresa, fábrica o institución,
sobresalen tres líneas de contacto del patrono con los
trabajadores. Una línea va direccionada hacia los obreros,
otra hacia los administradores y la tercera hacia los
técnicos. El Patrono, a través de las instancias de
conducción, operadas por colaboradores adecuados, precisa
de una alta dosis de conocimiento psicológico,
básicamente para ayudar darle fluidez a las relaciones con
los obreros. No es que los obreros sean unos desadaptados, no,
son seres humanos muy estables; el asunto radica en que por ser,
precisamente, seres humanos con necesidades puntuales que
satisfacer, y su única posibilidad para encarar el
problema y alcanzar el objetivo de solución es la
capacidad de su fuerza de trabajo, que alquila al patrono y, por
tanto, tiene el ineludible deber de cuidar; es decir, de
mantenerla en perfectas condición de operatividad para que
siempre sea apetecible a los deseos o exigencias de
multiplicación que anida en el ánimo del
patrón. En ese propósito, los obreros se las
ingenian para constituirse en núcleos de poder con
suficiente fuerza para contraponerse a la que reposa en el
patrono gracias al control del capital como elemento de
importancia mayúscula en el quehacer empresarial. Uno de
los mecanismos más populares al que recurren los obreros,
es la de organizarse en sindicatos; desde luego, existen otras de
larga data en el transcurso de la historia, frente a las cuales
los patronos tradicionales presentan cierta resistencia para
advenirse a entendimiento con ellas; por ejemplo, los
comités de fábricas; las asociaciones de obreros
libres, y un tanto más hacia la organización
popular, los consejos comunales.

Es importante señalar que, cualquiera sea la
organización institucional en la que el patrono se ubica,
en la condición jurídica del Estado burgués,
la propensión es a una multiplicación del capital,
incluso, a riesgo de disminuir la calidad de la fuerza de trabajo
y reducir las posibilidades del obrero como factor fundamental en
las relaciones de producción. Cuando esa circunstancia de
que el capital hace todo lo posible por mantener la
preponderancia, surgen entonces los momentos conflictivos que
generalmente se resuelven por vía la Contratación
Colectiva acordada mediante un acercamiento, lo más
sólido que se pueda, hacia las posiciones de
consenso.

Breve relato
sobre el surgimiento de los Consejos de
Fábricas

Aun cuando en Venezuela los Consejos de Fábricas
no han prosperado como forma de organización obrera, sino
que la vía preeminente ha sido la de los sindicatos;
actualmente, por orientación del proceso revolucionario
bolivariano, están surgiendo determinadas formas de
organización que llevan bastante semejanza con aquellos
Comités de Fábricas surgidos en los albores de la
Revolución Soviética.

En un ensayo sobre "El Problema del Control Obrero",
explica Franco Ferri, italiano estudioso a profundidad de la
organización de los movimientos obreros, que con la
revolución de febrero de 1917, en Rusia, el poder que se
constituyó fue a parar a manos de las clases capitalistas,
tanto de la ciudad como de la zona rural. Según su
criterio, era un poder que no reflejaba los estímulos y
las motivaciones que habían impulsado a la masa, cuya
acción provocó el derrumbe de la aristocracia
zarista. Esos estímulos y sus motivaciones, en la medida
en que no hallaban correspondencia en la configuración del
poder que iba aflorando, tendieron a buscar expresión en
la conformación de unas organizaciones denominadas
comités de fábrica, que comenzaron a actuar,
inicialmente, sin ninguna perspectiva de alterar, salvo en las
relaciones de fuerza, el marco democraticoburgués dentro
del cual se halló encuadrada, de modo inestable, la
explosión de descontento.

Enfatiza Ferri, que los comités de
fábrica, en parte por su fuerza expansiva
espontánea, en parte por su posterior inserción en
una lógica revolucionaria coherente con los
estímulos sociales de fondo que habían llevado a la
revolución de febrero, constituyeron un elemento de
impulsión que fue mucho más allá del
designio y las exigencias que los habían caracterizado
cuando surgieron, pasando al terreno político e
imprimiéndole al proceso revolucionario desenlaces en gran
medida imprevistos.

Bajo esas condiciones –y es lo que más,
Ferri, atornilla- los comités de fábrica
plantearon, en esencia, la cuestión del contenido del
poder en la práctica de la lucha de clases, dentro de la
empresa, constituyéndose en un elemento acelerador, de
primera condición, en la transformación sufrida por
la conciencia política de las masas sociales, y por las
relaciones políticas en general. Así, los
comités de fábricas surgieron
espontáneamente en el curso de las luchas reivindicativas
por el aumento salarial y la reducción de la jornada de
trabajo; el sitio de surgimiento de esas estructuras
organizativas del movimiento obrero, fue la ciudad Petrogrado y
se extendieron luego a otras ciudades rusas. Pero no fue por azar
que la primera indicación tendiente a generalizar la
experiencia de los comités de fábrica proviniese de
Petrogrado, sino que el soviet de esa ciudad lanzó un
llamado a la creación de comités de fábrica,
con o sin la aprobación de los propietarios y de los
dirigentes. Y fue el Comité Ejecutivo del Soviet de
Petrogrado el que firmó, el 11 de marzo de 1917, un
convenio con la asociación de industriales en el cual se
establecía la jornada de trabajo de ocho horas y se
legitimaba la intervención de los comités de
fábrica en la vida interna de las empresas. Por cierto,
hay que dejar sentado, que la Asociación de Industriales
de Petrogrado, firmó el acuerdo en la creencia de que era
la base de reglamentación pacífica y solidaria de
las relaciones entre el capital y el trabajo.

Con el logro de la jornada de trabajo de ocho horas, que
se generalizó ampliamente, los comités de
fábrica pasaron a acumular potente fuerza dispuesta para
las relaciones entre capital y trabajo, y el establecimiento de
nuevas formas de relaciones de producción. Estos
comités lograron que se les reconociera legalmente
mediante el Decreto Legislativo sancionado el día 23 de
abril de 1917, por el cual pasaron a tener injerencia en
funciones vitales de la empresa: reglamentación del tiempo
de trabajo, definición de salarios, incorporación
de personal, decisión sobre despidos, vacaciones, etc. De
esa manera, todo el personal administrativo, los cuadros
superiores, los jefes de departamento o de taller y los
técnicos eran tomados de acuerdo con el comité de
fábrica respectivo, que debía informar a la
asamblea general de toda la fábrica. Desde ese plano, el
comité de fábrica tenía la facultad de
rechazar a las personas de la administración que no
podrían garantizar relaciones normales con los obreros o
que en el curso de las relaciones laborales presentaran actitud
hostil hacia la masa trabajadora.

Desde luego, el proceso de superación de los
comités de fábrica en la lucha por las
reivindicaciones de los trabajadores, no fue laxo;
encontró bastante resistencia. Indica Franco Ferri, en su
ensayo, que frente a las reivindicaciones obreras surgió
una resistencia que adquirió el carácter de una
contraofensiva que, partiendo de las denuncias de caída de
la productividad y de situaciones deficitarias, llegó a
menudo a despidos en masa y al cierre de fábricas. Y
cuando no se llegaba al cierre, la desorganización
consciente de la administración de la fábrica, el
ocultamiento y la sustracción de las materias primas
constituyeron medios para crear una opinión hostil a las
reivindicaciones obreras, a las que se señalaba como
responsables de la situación de crisis y de la
anarquía en la producción. Dentro de este cuadro,
los comités de fábrica ampliaron su acción,
como condición natural de defensa, en procura de doblegar
la resistencia opuesta a su injerencia en las cuestiones vitales
de las empresas y de asumir una posición de mayor control
sobre otras cuestiones de la vida productiva y de la empresa como
el control de las provisiones, de las materias primas, del
combustible, control de la producción, de la
distribución, de las operaciones financieras, de los
beneficios y de las maquinarias. En la consigna de del control
obrero sobre las actividades de la fábrica, se expresaba
la esencia política de los comités y de sus
decisiones en el enfrentamiento de la dirección privada de
la empresa, se expresaba la respuesta política a la
acción patronal y a la conducta del gobierno y de los
sindicatos moderados.

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter